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Nahumita

¿Estrella fugaz?

 

Eras tú, elegante y afectuosamente distante desde el primer día en el que te vi. Mujer inalcanzable de vida misteriosa. Un rayo de luz, que se pierde sin más en el en el infinito de la Vida…

 

Una sorpresa. Y la misma luz distante y cálida, en una elipse imposible, quiso iluminar nuevamente la oscuridad. ¿Se puede perdonar dos veces un milagro? Con velocidad fruto de la ilusión, y con afán casi científico, capturé (porque tú quisiste) esa débil y escurridiza onda lumínica para poder soltarla en la inmensidad de la noche y así verla titilar libremente.

 

Llegaste como una ráfaga de aire fresco a mi vida. Tu parloteo constante me recordaba el dulce y gracioso piar de un gorrioncillo. Las palabras y sus significados concretos se diluían en la profundidad de tus pupilas, quedaban difuminadas en el fondo de tu alma. Permanecían mi admiración y mi sorpresa. Brillabas.

 

Era tu presencia la que me abstraía, tu encanto lo que me encadenaba, tu sonrisa la que me esclavizaba. Prendado de tu magia balbuceaba intentando reponerme, intentaba romper tu hechizo en cada una de tus frases… y no podía.

 

Tu belleza aumentaba cada minuto que pasaba y aun sin saber el como ni el porqué, mis ojos te veían cada vez más joven, más radiante, más fresca, más hermosa. Me desvelaste parte de tu alma, tan radiante, pugnando por iluminar las esquinas oscuras de tu vida.

 

 Quería proteger y eternizar ese instante, nada debía romper el delicado hechizo que ejercías sobre mi alma, nada debía impedir  que guiara tu propia luz hasta diluir el último de los rincones oscuros de la Vida.

 

Pero no se puede disponer indefinidamente de algo tan sutil e, igual que el agua se escapa entre los dedos de las manos, vi como marchabas, inexorablemente, sin poder evitarlo… iluminando la noche.

 

Desesperé y quise retenerte ¿Podrás perdonar algún día mi torpeza? ¿Podrás perdonar que intentase atraparte en una simple caja de cartón, aun sabiendo que tu lugar era la inmensidad del firmamento?

 

Ahora me encuentro a solas en la oscuridad, pero no desespero. Arropo en mi alma una débil chispa que, involuntariamente, tú encendiste con tu calor en ella. Por si fueses un cometa, con cariño y simpatía la alimento en espera de tu vuelta.  

A una amiga que no se si volveré a ver.

Con cariño,

 Nahumita

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