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Cristianos en Pakistán: Víctimas de discriminación y persecución religiosa

KÖNIGSTEIN, martes, 21 agosto 2007 (ZENIT.org).- El padre Emmanuel Asi, presidente del Instituto de Teología de Lahore y secretario de la Comisión Bíblica Católica de Pakistán, constata que los cristianos en Pakistán son víctimas de «discriminación social, opresión política y persecución religiosa».

En una visita a la sede de Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN) el sacerdote denuncia que los cristianos son ciudadanos de segunda clase y que se les niegan derechos humanos básicos.

En el sexagésimo aniversario de la creación de Pakistán como nación independiente (el 14 de agosto de 1947), explicó que, aunque todos los paquistaníes se consideran afortunados por tener una identidad nacional y un país propios, la visión de Mohamed Alí Jinnah, «padre de la nación paquistaní», está desdibujándose.

Jinnah soñaba con un país en el que todos los ciudadanos fueran iguales y vivieran, independientemente de su fe, como ciudadanos libres. Sin embargo, esta apertura no se da en la realidad, pues los cristianos viven una situación de gran inseguridad, aseguró el sacerdote: no son libres para llevar a cabo sus actividades religiosas, y en la sociedad son objeto de discriminación y opresión, aclara el sacerdote.

Según dijo a AIN, las agresiones de motivación religiosa pueden «en cualquier momento» crearles «cualquier tipo de problema imaginable» a los cristianos. De ahí que reine un gran temor entre ellos.

Para la Iglesia católica, el diálogo interreligioso reviste una particular importancia en la vida cotidiana de la gente normal. El P. Asi cree que compartir las alegrías y preocupaciones es una forma de entablar un «diálogo de la vida».

Así, por ejemplo, la Iglesia anima a los creyentes a celebrar las fiestas nacionales, con el fin de promover un espíritu de unidad más profundo entre los miembros de las diferentes religiones del país.

En Pakistán, los cristianos representan a una pequeñísima minoría de un 1,5% en una población de unos 167 millones de habitantes, en su inmensa mayoría musulmanes, y, además, los católicos viven muy dispersos por todo el país.

El padre Asi hizo hincapié en la importancia que tienen las Sagradas Escrituras para los cristianos paquistaníes.

La Comisión Bíblica Católica, de la que es secretario, acaba de publicar la novena edición de la Biblia en urdu y en inglés, la lengua oficial en Pakistán.

«Nuestros creyentes católicos sienten un amor natural e innato por las Sagradas Escrituras», señaló, añadiendo que no deja de conmoverle la gran reverencia que muestran por la Palabra de Dios.

El sacerdote explicó que la Biblia se lee y escucha con gran respeto, y que este libro ocupa un lugar de honor en los hogares y las iglesias, precisando que incluso las personas más sencillas plantean preguntas profundas sobre las Sagradas Escrituras.

El padre Asi calificó su acercamiento a la Biblia de «lectura oradora». Este amor por la Palabra de Dios une a los cristianos con los miembros de otras religiones como, por ejemplo, los musulmanes y los sijs, añadió.

 

Contra "Educación para la ciudadanía y el monopolio estatal de la enseñanza

 

http://www.ctcarlista.org

 29.junio.2007
Los carlistas critican no solamente la usurpación del derecho a educar de los padres por parte del Estado, sino también los contenidos inmorales de la asignatura y el monopolio pedagógico del Estado, raíz del problema.http://www.ctcarlista.org 

Se facilita para su descarga un formulario para la presentación en el centro escolar en el momento de la matriculación.

 

El proyecto del Gobierno socialista de implantar la asignatura “Educación para la Ciudadanía” de forma obligatoria ha producido una gran conmoción en la sociedad española. La oposición a la misma por parte de los obispos de mayor relieve, de organizaciones defensoras de la familia y de los mismos padres de los niños lo prueba.

 

 La asignatura de Educación para la Ciudadanía, estructurada en los reales decretos que desarrollan la  L.O.E., constituye no sólo una intromisión del Estado de la máxima gravedad en un área educativa cuya orientación corresponde por derecho primario a los padres, sino un instrumento inmoral de corrupción de las conciencias desde la más temprana edad mediante el adoctrinamiento sistemático en el relativismo moral y en la aceptación social de conductas contrarias a la Verdad y al Bien del hombre.

 

 Los contenidos sobre conductas sexuales depravadas, “memoria histórica” y ateísmo o indiferentismo religioso, entre otros, hablan a las claras del propósito no disimulado de los artífices de estos contenidos de moldear la personalidad de los educandos, y los padres tienen el grave deber de evitar que sus hijos reciban estas enseñanzas, ya sea oponiéndose a la asignatura en concreto, ya sea vigilando los contenidos que reciben en el resto de asignaturas.

 

 Con los nuevos contenidos que se pretenden normalizar con la L.O.E. el estado liberal y revolucionario ha llegado al cénit de su satánico afán de apoderarse de la conciencia de sus súbditos. Todo bajo el señuelo de la  Libertad. Hemos de señalar que la implantación de una asignatura de este tipo de forma universal y obligatoria para todo tipo de colegios independientemente de su titularidad es posible debido al nefasto principio del monopolio estatal de la enseñanza.

 

 En su oposición a un liberalismo como el que inspira este nuevo proyecto totalitario, el Carlismo se ha manifestado siempre defensor a ultranza de la libertad de enseñanza. Ha negado al estado liberal no sólo el derecho a monopolizar la enseñanza, sino hasta la capacidad de enseñar. El Estado liberal no profesa ninguna doctrina, es neutro (eso vienen diciendo), y no puede enseñar lo que no profesa. Sin embargo, la situación sobrevenida pone de relieve, una vez más, el carácter profundamente totalitario del sistema político vigente, destructor en la práctica de las libertades sociales e individuales más elementales. El supuesto carácter neutro del Estado en materia ideológica y religiosa revela su verdadero rostro anticristiano por la vía de los hechos consumados. La alegación de la vulneración de derechos fundamentales en este caso (arts. 16 y 27.3, referentes a la libertad ideológica y al derecho de los padres a que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones) puede revelarse inútil ante los tribunales por entrar en contradicción con otros principios constitucionales.

 

 Es, por tanto, deber de esta Comunión insistir una vez más en la denuncia de las carencias fundamentales del sistema político vigente y en la necesidad apremiante de revisión de sus premisas constitucionales.

 

 La historia de los siglos XIX y XX nos habla de la labor lenta y constante de los gobiernos liberales por imponer a los españoles una educación dirigida por el Estado y tendente a la descristianización de España. Si no lo logró fue por carencia de medios y no poder prescindir de la labor educativa de los religiosos.

 

 En el orden práctico, en el reducido espacio del País Vasconavarro, durante el tiempo limitado que gobernó el Carlismo, la educación se desarrolló con la máxima libertad para los centros de enseñanza: Universidad de Oñate, Escuela de Medicina en Estella, Colegios de enseñanza media en Tolosa y Orduña.

 

 Un atento estudio de la enseñanza en España nos demostraría los males que a la misma causó el monopolio estatal que determinaba planes de estudio, títulos universitarios y competencias para los mismos. Como prueba diremos que la primera facultad de Ciencias Económicas se estableció por iniciativa social, mucho antes de que el Estado diera carácter oficial a tales estudios en sus universidades. De iniciativa privada fueron los primeros centros de formación profesional.

 

 Por eso en escrito presentado el 10 de marzo de 1939 al entonces Jefe del Estado, la Comunión Tradicionalista, declaraba (...) frente al funesto sistema del Estado pedagogo, destructor insensato de nuestras antiguas Universidades y Colegios Mayores y que tantos males acarreó para la cultura patria durante el curso del pasado siglo, el Estado, restaurador de la gloriosa Tradición nacional, proclamará el principio castizo y salvador de la libertad de enseñanza” (1939).

  La Comunión Tradicionalista Carlista (CTC), anima a los padres de niños estudiantes a que se organicen y resistan la asignatura por todos los medios legítimos a su alcance, bien sea mediante la alegación de la vulneración de derechos fundamentales, a poder ser de forma colectiva, bien sea a través de cualquier otro medio válido en Derecho, salgan a la calle y, en fin, adopten cuantas medidas de presión sean necesarias para defenderse de los intentos revolucionarios de pervertirles, mientras estudia medidas concretas de actuación en este sentido. Aprovecha la circunstancia presente para pedir a los españoles que lleguen hasta las últimas exigencias frente al Estado y le digan, como se lo decimos nosotros, “ningún derecho tienes a monopolizar la enseñanza, ningún derecho tienes a erigirte en maestro”.

 

Se facilita para su descarga un formulario para la presentación en el centro escolar en el momento de la matriculación.

 

 http://www.ctcarlista.org

 29 de junio, Solemnidad de los Santos Pedro y PabloJUNTA DE GOBIERNO DE LA CTCSecretaría de Comunicación
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Antonio Mª Rouco Varela y la Democracia

El futuro del Estado democrático

Conferencia pronunciada por el cardenal Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid. Una evidente preocupación de cara al futuro del Estado libre y democrático de Derecho.

 

La cuestión ética ante el futuro del Estado democrático
Según el cardenal Antonio María Rouco Varela

 

[Conferencia pronunciada por el cardenal Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid, publicada por el semanario Alfa y Omega, con ocasión de su investidura como  Doctor Honoris Causa por la Universidad CEU San Pablo, en un acto celebrado el  23 de junio de 2006:]



Permítanme, en primer lugar, manifestar mi más profundo y sentido agradecimiento al muy estimado señor Gran Canciller y, en su persona, a la querida Universidad CEU San Pablo, por el honor que me concede al investirme hoy como Doctor Honoris Causa. Quisiera expresar también mi gratitud al excelentísimo señor Rector por sus cordiales palabras de acogida, y al profesor don Dalmacio Negro Pavón, que ha tenido la delicadeza de ofrecernos una valoración de mi labor académica, especialmente en el campo de la Teología del Derecho, en la que ha ido más allá de lo que mi persona merece.

Desde hace muchos años, me he sentido muy unido a la Universidad CEU San Pablo, con lazos de amistad personal y, no en último lugar, por gozosas razones pastorales. Es un honor para mí, ciertamente inmerecido, a la vez que es una gran alegría el ser recibido en el Claustro de esta Universidad a la que seguiré prestando, desde ahora con más motivos, mi colaboración y apoyo.
Haciendo memoria de mi ya lejana dedicación universitaria, y ante el momento presente –al que tiene que mirar la Universitas–, me pareció oportuno, y, en nuestros días, urgente, llamar la atención sobre la necesidad de iniciar una reflexión acerca de la cuestión ética ante el futuro del Estado democrático de Derecho.

La evocación de la Historia

En el capítulo de la historia del Estado y de las teorías políticas que lo han sustentado en los dos últimos siglos, marcados por la Ilustración, la cuestión del control jurídico del ejercicio de la autoridad pública ha ocupado un lugar sistemáticamente preeminente. La superación efectiva de la idea y de la realidad misma del poder absoluto, propio de las monarquías europeas del Antiguo Régimen, había constituido el objetivo por excelencia del pensamiento y de la acción política de todos los ilustrados europeos, antes y después de la gran convulsión histórica representada por la Revolución Francesa. El instrumento conceptual y teórico-jurídico que se emplea, bien conocido de todos, es el de la teoría de la división de poderes –el legislativo, el ejecutivo y el judicial– y de su mutuo control, expresado en un nuevo ordenamiento constitucional del Estado. El posible significado de la conciencia moral en la forma de asumir y de ejercitar la autoridad, fuese por medio de las leyes, de las decisiones de Gobierno o de la jurisprudencia, quedaría relegado progresivamente a un plano sin relevancia positivo-jurídica, cuando no negado escéptica y/o irónicamente.

La concepción del poder político se autonomiza cada vez más como una categoría amparada, en el mejor de los casos, por la fuerza sociológica. El respeto a las exigencias más básicas y elementales de la justicia, tal como las percibían el sentido común y el instinto ético del pueblo, se creían y esperaban encontrar salvaguardadas a través del primado jurídico de la ley u ordenamiento constitucional, al que habrían de someterse todos los poderes del Estado, y del principio formal de la soberanía popular. No hizo falta llegar a las tragedias históricas del constitucionalismo centroeuropeo del primer tercio del siglo XX, del cual es ejemplo excepcional la Constitución de la República de Weimar, para que se llegase a la conclusión práctica de que no hay seguridades jurídico-formales suficientes que puedan impedir por sí mismas, automáticamente, las transgresiones y las crisis constitucionales. Ante las inmensas ruinas materiales, espirituales y morales que dejó detrás de sí la Segunda Guerra Mundial y su relativo fracaso histórico, desde el punto de vista de la derrota total de los totalitarismos políticos –la Unión Soviética los continuaría encarnando dentro de ella misma y en sus Estado-satélites durante cuarenta y cuatro largos y ominosos años, hasta 1989, si bien con intensidad decreciente–, la pregunta que se alzaba lacerantemente ante la opinión pública mundial, al filo de los años cincuenta del pasado siglo, era cómo salvar y garantizar un orden de justicia en todos los Estados u ordenamientos políticos capaz de librar al hombre de la violación sistemática de sus derechos más elementales, y a la Humanidad de la guerra y de la lucha del todos contra todos: de la terrible máxima del homo homini lupus.

Se creyó encontrar la respuesta en un nuevo desarrollo jurídico-positivo del Derecho internacional en torno a la Organización de las Naciones Unidas y a su Declaración Universal de los Derechos Humanos. El Estado democrático de Derecho encontraría su último y efectivo sostén en el Derecho internacional. ¿Habría finalmente triunfado la doctrina sobre el valor universal del derecho de gentes –del ius gentium– con la que los maestros de la Escuela de Salamanca responden en los siglos XVI y XVII al doble y formidable reto del descubrimiento del Nuevo Mundo y del nacimiento de los Estados nacionales, a renglón seguido de la crisis irreversible de la cristiandad europea? Tristemente, no. Los maestros salmantinos fundaban su teoría del ius gentium en el derecho y la ley natural, inscrita por Dios en el ser personal y social del hombre, y reconocible objetivamente por éste en el sagrario de la conciencia como una exigencia ética primordial. Las Naciones Unidas, en cambio, y las teorías políticas y jurídicas que las inspiraban no pretendían –ni parece que pretendan hasta el momento– superar el plano doctrinal y moral del puro positivismo jurídico, de la teoría pura del Derecho –la reine Rechtslehre– de Hans Kelsen.

El proyecto y el programa de las Naciones Unidas suponía, con todo, un avance considerable en el camino de la paz y de una nueva civilización digna del hombre; pero claramente insuficiente, como se ha puesto de manifiesto a la luz de lo que ha venido ocurriendo en el escenario político del mundo en las últimas décadas. En los umbrales del nuevo siglo y del nuevo milenio resulta inevitable hacer dos constataciones: los derechos fundamentales de la persona humana, especialmente los más significativos y decisivos, como son el derecho a la vida, a la libertad religiosa y de conciencia y el Derecho al matrimonio y a la familia, junto con el principio y el valor del bien común o, lo que es lo mismo, el postulado ético de la solidaridad, se encuentran en profunda crisis tanto en el plano nacional como internacional. Crisis que puede arrastrar consigo –quiérase o no– la crisis del Estado mismo de Derecho tal como fue surgiendo y consolidándose en la segunda mitad del siglo XX. Porque no se trata sólo de infracciones y de incumplimientos de sus contenidos básicos, cometidos y/o consentidos en la práctica con peor o mejor conciencia, sino de su puesta en duda intelectual y cultural, y hasta de su negación teórica. Es decir, nos encontramos ante su cuestionamiento no sólo de hecho, sino de su razón de ser: de su cuestionamiento doctrinal.

Presupuestos éticos, pre-políticos


Ya en los años sesenta del pasado siglo un famoso teórico alemán del Derecho, luego magistrado del Tribunal Constitucional de Alemania, Ernst Wolfgang Böckenförde, planteaba la pregunta de «si el Estado libre y laico –secularizado– no se alimenta de presupuestos normativos, que él mismo no puede garantizarse». Los ecos de ese interrogante han llegado con creciente resonancia hasta nuestros días: hasta el ya famoso diálogo Jürgen Habermas–Joseph Ratzinger, que tuvo lugar, el 19 de enero de 2004, en la Academia Católica de Baviera.

Ambos autores coinciden en que el Estado democrático de Derecho precisa para su subsistencia de fundamentos que trasciendan un desnudo formalismo jurídico, máxime en un momento histórico –que Habermas califica como post-secular– caracterizado por el hecho de que en las sociedades más prósperas, es decir, las euro-americanas, se está asistiendo a un fenómeno cultural sorprendente: el de que el dominio de las respuestas inmanentistas y agnósticas, en el debate intelectual y en la realidad social vivida, comienza a ser relevado por un pluralismo de visiones del hombre y del mundo en el que la religión ocupa un puesto creciente en la estima popular, aunque a veces aparezca planteada, más allá incluso de la metafísica, en forma de nostalgia o de búsqueda inquieta de una solución trascendente para los grandes interrogantes de la existencia, es decir: en la forma de una respuesta genuinamente religiosa.

La irrupción del fundamentalismo islámico en el marco social, político y cultural de las sociedades, otrora cristianas y luego laicistas, viene a reafirmar a los dos pensadores antes citados en la tesis de la necesidad de un proceso comunicativo y de formación de la conciencia pública en el que deben intervenir la razón y la fe al unísono y, consiguientemente, la experiencia secular y la vivencia religiosa de la vida para llegar a precisar los contornos éticos mínimos e irrenunciables de lo que significan los principios sustentadores de la dignidad de la persona humana, de sus derechos fundamentales y de sus deberes de solidaridad en función del bien común nacional e internacional. Para lograrlo, habrían de evitarse lo que Ratzinger llama las patologías de la razón –bien manifiestas en la historia social, política y cultural del siglo XX– y, también, las patologías de las religiones, patentes hoy, sobre todo en el fundamentalismo islámico.

Detrás del lúcido diagnóstico histórico y, sobre todo, del análisis del presente europeo, que emerge del diálogo de Habermas y Ratzinger, se esconde una evidente preocupación de cara al futuro del Estado libre y democrático de Derecho. Por parte de la opinión pública europea, especialmente de sus sectores dirigentes, ¿se ha caído en la cuenta de la nueva y agudizada aparición de esos factores intelectualmente y políticamente disolventes, a los que hemos aludido, capaces de poner de nuevo en peligro el orden jurídico construido sobre el respeto a la dignidad inviolable de la persona humana, a sus derechos fundamentales, anteriores al poder del Estado y a su ordenamiento constitucional, y sobre la defensa y promoción libre y solidaria del bien común?

De nuevo circulan y se propugnan teorías antropológicas y visiones del mundo y de la vida en las que no queda sitio, no ya para una tabla de valores normativos indiscutibles sobre los que fundamentar la convivencia y la cooperación social, sino que tampoco lo hay para una concepción o una idea elementalmente nítida de la verdad del hombre. ¿Qué es ser hombre? ¿Quién es hombre? ¿Cuándo comienza y en qué consiste el ser humano, la persona humana? Lo único que vale para estas nuevas antropologías sociales, de un positivismo y pragmatismo radicales, es el uso práctico de una metodología social que averigüe e imponga lo que conviene a los más fuertes; es decir, el método sociológico de la dictadura del relativismo, como denunciaba en su famosa y clarividente homilía de apertura del Cónclave en abril del pasado año el cardenal Ratzinger. El riesgo máximo para la subsistencia de un ordenamiento libre y democrático de la comunidad política llega cuando esa teoría del absoluto relativismo ético se constituye en doctrina justificadora de la actuación del Estado, dispuesto a convertirse en la última instancia de los principios normativos de la ética pública, cuando no de la moral privada. Si, además, trata de enseñarlos obligatoriamente a través del sistema educativo, por encima de los derechos de los padres y de los alumnos, el peligro resulta extraordinariamente preocupante.

Urgencias de la hora presente

Ante esta situación, la apelación intelectual y el reclamo social de reconstituir procesos y cauces de intercomunicación entre los grupos y agentes que crean pensamiento, formas de ver la vida y hábitos culturales –entre los que hay que contar ineludiblemente a las instituciones religiosas–, en orden al reconocimiento lo más amplio y hondo posible de los principios éticos y los valores normativos de los que depende la suerte del hombre y de la Humanidad, sobreponiéndose a las pretensiones del poder y de las veleidades y modas sociológicas, son de una urgente y vital importancia para el futuro de las sociedades europeas; y, no en último lugar, de la española.
En Europa –y, por supuesto, en España– parece evidente que los dos grandes protagonistas de ese imprescindible proceso de diálogo cultural en el amplio sentido de la expresión han de ser el pensamiento laico –que no el laicismo ideológico– y el pensamiento cristiano: situados ambos ante el desafío históricamente formidable del fundamentalismo islámico, que les afecta al menos por igual. Presupuesto jurídico y político ¡conditio sine qua non! para que este método dialogal pueda llevarse a cabo y fructificar en la configuración de la conciencia social y en el ordenamiento constitucional de la comunidad política, es el respeto escrupuloso al derecho a la libertad religiosa y de todas sus connotaciones individuales, sociales e institucionales, que incluyen y presuponen, naturalmente, la libertad general de opinión y de expresión públicas, salvo el límite último de las exigencias de lo que la tradición filosófico-jurídica más común llama el orden público.

Y, desde luego, si no se impone un freno dialéctico o se excluye expresamente el tema del debate y la discusión intelectual del problema, se llegará con toda seguridad –la que se sigue de la lógica más auténtica– a la cuestión de Dios como fundamento último del orden moral, en el que, a su vez, están insertos y descansan el Derecho y el Estado. Juan Pablo II, en su libro póstumo Memoria e identidad, una honda y comprometida reflexión teológica sobre la historia del siglo XX al hilo de la experiencia espiritual y pastoral de la propia vida, expresada en el género literario de la conversación –al filo de dos milenios, lo subtitula él–, llega al siguiente juicio sobre el racionalismo antropológico y jurídico inmanentista: «Todo esto, el gran drama de la historia de la Salvación, desapareció de la mentalidad ilustrada. El hombre se había quedado solo; solo como creador de su propia historia y de su propia civilización, solo como quien decide por sí mismo lo que es bueno y lo que es malo, como quien existiría y continuaría actuando etsi Deus non daretur, aunque Dios no existiera. Pero si el hombre por sí solo, sin Dios, puede decidir lo que es bueno y lo que es malo, también puede disponer que un determinado grupo de seres humanos sea aniquilado. Determinaciones de este tipo se tomaron, por ejemplo, en el Tercer Reich por personas que, habiendo llegado al poder por medios democráticos, se sirvieron de él para poner en práctica los perversos programas de la ideología nacionalsocialista, que se inspiraba en presupuestos racistas. Medidas análogas tomó también el Partido Comunista en la Unión Soviética y en los países sometidos a la ideología marxista».

¡Un texto memorable para esa nueva andadura ética y religiosa que necesitan urgentemente Europa y, sin duda alguna, España! El futuro de la democracia libre y solidaria como marco cultural y jurídico para la construcción de una Unión Europea políticamente sólida y para el destino de una España unida humana, espiritual y socialmente, depende en una decisiva medida de saber volver a sus raíces cristianas, en diálogo abierto con el laicismo de la mejor tradición humanista, no ausente de la historia contemporánea de España, como no lo ha estado de la de Italia, con la que compartimos situaciones culturales, espirituales y religiosas muy semejantes. Véase, si no, la otra obra, fruto del diálogo entre el profesor Pera y el mismo cardenal Ratzinger, de mayo de 2004: Senza radici. Europa. Relativismo. Cristianesimo. Islam.

Martín Heidegger, el filósofo del intelectualmente más autosuficiente existencialismo, tenía que reconocer al final de su vida, en 1976: Nur Gott kann uns noch retten: Sólo Dios puede todavía salvarnos. Recurrir a la oración para despejar y abrir generosa y magnánimamente mentes y corazones, a la hora de proponerse sin demora y de alcanzar ese objetivo históricamente urgente e ineludible de poner renovados fundamentos éticos a la sociedad y al Estado entre nosotros, europeos y españoles del siglo XXI, es un medio al alcance de todos y de una probada eficacia.

+ Antonio Mª Rouco Varela

Ortega y Gasset

Aquí va un texto ejemplar de un filósofo, nunca político, que escribe como piensa: Ortega y Gasset. Leyendo a Ortega y Gasset, que buena falta le haría a más de uno, en sus Obras Completas tomo I, pág. 539 Ed. Tauro, hace referencia a un párrafo que un antiguo profesor de Historia de España de la Universidad Central, hacia 1912, escribió:
“Yo quiero ser español y sólo español; yo quiero hablar el idioma de Cervantes; quiero recitar los versos de Calderón, quiero teñir mi fantasía en los matices que llevan disueltos en sus paletas Murillo y Velásquez; quiero considerar como mis pergaminos de nobleza nacional la historia de Viriato y del Cid; quiero llevar en el escudo de mi patria las naves de los catalanes que conquistaron a Oriente y las naves que descubrieron el Occidente; quiero ser de toda esta tierra, que aún me parece estrecha, sí; de toda esta tierra tendida entre los riscos de los montes Pirineos y las olas del Gaditano mar; de toda esta tierra redimida, rescatada del extranjero y sus codicias por el heroísmo y el martirio de nuestros inmortales abuelos. Y tenedlo entendido de ahora para siempre: yo amo con exaltación a mi Patria, y antes que a la libertad, antes que a la república, antes que a la federación, antes que a la democracia, pertenezco a mi idolatrada ESPAÑA”.

E n honor a los que Aman a España

              REFLEXIONES

Los firmantes de esta reflexión sobre España somos un grupo de militares de la más variada procedencia y graduación, además de un grupo de mujeres, esposas y viudas del Ejército de Tierra, Marina o Aire, y otros adheridos pertenecientes a la gran familia militar. No tenemos otro procedimiento para hacernos oír que la publicación de este texto en los medios de comunicación que accedan a insertarlo. Todos tenemos en común la profesión, o relación con ella, y tres ideas fundamentales que llevamos clavadas en el alma: Dios, Patria y Ejército. En este grupo se incluyen nuestras familias con las que compartimos estos mismos ideales.

Vemos con auténtica tristeza que nada ni nadie se opone a la campaña que desde hace unos años se ha desatado sobre la sociedad española tendente a sacar a Dios del alma de nuestra Nación, del alma de las familias españolas. Obras de teatro blasfemas, películas insultantes para nuestras conciencias cristianas, tertulias que hacen burla de nuestra fe y programas anticristianos, son normales en cadenas de televisión estatales o autonómicas. No faltan tampoco las exhibiciones pornográficas ni los brutales ataques a la Iglesia Católica, en muchos casos subvencionados por entidades institucionales, como es la anual exhibición blasfema en la cabalgata del llamado  “Día del Orgullo Gay”. Nos entristece e indigna la actitud de los poderes estatales y autonómicos, y nos sorprende la actitud, en muchos casos, poco combativa de la Jerarquía de la Iglesia Española (Iglesia somos todos) que a veces parece temerosa de perder lo que algunos consideran privilegios, y que no son tales, porque obedecen a una tradición y a unos tratados firmados con la Santa Sede.

Las gigantescas concentraciones de fieles en las visitas del Papa muestran que gran parte de España sigue siendo católica, pero nosotros, católicos con “fe de carbonero”, comprendemos que no es fácil desenvolverse en un Estado que presume de laico militante y que trata de arrancar a Dios de las aulas de los centros de enseñanza, pero esta comprensión no nos impide pedir a la Iglesia una actitud más combativa. 

Nos parece, cuanto menos tibia, la actitud de gran parte de esta Iglesia Española ante la Historia reciente que engloba la mayor persecución religiosa de la historia de la Humanidad. Las declaraciones de algunos obispos y sacerdotes nos producen decepción y sonrojo ¿Cómo es posible que haya que mendigar de iglesia en iglesia para decir una misa en el aniversario de la muerte del Generalísimo Franco, que fue restituyó y reconstruyó sus templos, seminarios y bienes arrasados o saqueados durante una II República que hoy se pretende “santificar”?. ¿Han olvidado que ese régimen puso en manos de la Iglesia la educación de los jóvenes españoles? También queremos y necesitamos una actitud más valiente e incansable de la Conferencia Episcopal en temas  candentes, como el del institucionalizado crimen del aborto.España, nuestra Patria, está atravesando un momento seriamente delicado. La unidad de España, que tantos siglos y sacrificios necesitó para consolidarse, está en un serio peligro. El Estatuto Catalán encierra todos los “mimbres” para que en un futuro próximo el Principado de Cataluña se independice. El mismo camino lleva el futuro Estatuto Vasco. Uno y otro inspirados en falsas reivindicaciones y auspiciados por partidos separatistas, que en el caso vasco se agrava por hallarse detrás una organización terrorista. El reciente festival separatista que hemos visto en un campo de fútbol, ante las miradas condescendientes de los presidentes autonómicos catalán y vasco, y la nula reacción institucional, nos muestra la profundidad del pozo en el que estamos cayendo. Después llegarán los estatutos gallegos, valencianos, mallorquines, canarios... directamente “traducidos” del modelo catalán, estatutos a los que la derecha política se adhiere de forma suicida.

Nosotros creemos que nuestra Patria puede salvarse si los españoles despertamos de una vez y nos damos cuenta de lo que se está jugando España en manos de unos políticos profesionales que, sin mandato constitucional alguno, hacen de nuestro viejo solar el arcón de sus ambiciones de poder. Si en aquel año lejano en que se votó la actual Constitución Española se hubiera dicho que lo que se votaba iba a traer los lodos estatutarios actuales ¿se habría aprobado? ¿No ha sido el pueblo español engañado, por unos inconscientemente, y por otros con plena conciencia de sus objetivos disolventes de la denominada Patria común? Si en aquellos años se hubiera dicho que ofender a la Bandera de España no era delito, que esa Bandera iba a quemarse impunemente en ciertos estadios de fútbol o que iba a desaparecer de Ayuntamientos y hasta de plazas de toros de España, que se iban a arrasar los Monumentos a los Caídos... ¿se habría votado la Constitución? Nosotros mostramos nuestro disgusto, por decirlo de manera literaria y suave, y adelantamos que no admitiremos un final deshonroso para nuestra Patria.

España no puede desaparecer por arte de magia gracias a unos coyunturales profesionales de la política. La situación increíble a la que se ha llegado en las Vascongadas, y también en Navarra, de la que se quieren apoderar, así como el dejar hacer a los resentidos nacionalistas catalanes para hacer desaparecer “lo” español de nuestro Principado, es responsabilidad compartida de la derecha y de la izquierda parlamentarias. Hoy esa derecha trata de dar marcha atrás a sus errores pasados, pero indudablemente con notable retraso. Y también observamos con profundo disgusto algunos gestos incomprensibles y los descorazonadores silencios reales.

Calvo Sotelo, cuyo asesinato apenas si aparece en esa rara “memoria histórica” institucional, dijo que el Ejército era la columna vertebral de la Patria, lo que a algunos provoca una risa nerviosa, pero han pasado los años y la frase del diputado asesinado se ha mantenido incólume. Si esta columna vertebral de la Patria enferma, se reblandece o se pudre, la Patria se derrumba. Quizá sea éste el objetivo de muchos porque, pese a todo, la existencia del Ejército es una garantía para la existencia de España. Al Ejército se le ha amordazado de forma anticonstitucional, y se le ha convertido, además de mudo, en un ente sordo y ciego. No existe organismo ni institución oficial alguna en esta democracia que nos represente. Cualquier grupo o gremio, incluidos los emigrantes o los okupas, tienen medios que expresen o acojan sus aspiraciones o quejas libremente, sin cortapisas; el Ejército, no. El “Mando”, la denominada “Cúpula”, sólo interviene en temas de servicio, y de forma muy limitada, porque se ha dejado maniatar por el poder hasta el punto de no haber dejado oír públicamente su voz ante la maniobra desintegradora del Museo del Ejército; el abandono del de Montjuich a su propia suerte; la destrucción de placas y monumentos castrenses, posiblemente con recuerdos de sus propios padres o abuelos; el permitir sin mover un músculo el final precipitado del servicio militar obligatorio por razones exclusivamente electoralistas; cambiar los versos de un poema a los Caídos para no molestar a los nacionalistas… ¿Hará algo ese “Mando” cuando se ordene suprimir la Oración de los Caídos, las tradicionales misas en celebraciones castrenses o los ascensos por antigüedad? Por simple odio, o rencor no contenido, se ha ofendido y despreciado gravemente a la familia militar quitando el monumento ecuestre dedicado al Generalísimo Franco en la Academia General Militar de Zaragoza, de la que fue su primer director y modelo de virtudes militares. Gran parte de los que firmamos esta reflexión fuimos educados en esa Academia a la que prestigió y dotó de inmarchitable espíritu. Nosotros no vamos contra la disciplina, que defendemos porque nos consideramos libres, vamos contra la humillante sumisión sin más. La disciplina es algo más noble y más profundo. El Ejército debe y puede hablar.

El Ejército, hoy FFAA, es una carta en la baraja del juego político, pero el que tuvo retuvo, y gracias a sus reducidos y silenciados cuadros de auténticos profesionales de la milicia y del honor, vigilados y observados con antipatía y recelo por muchas instituciones del Estado, se mantiene la esperanza de que España no se desintegre. Ni la política partidista de los ascensos selectivos ni determinados altos cargos bien remunerados, podrán exterminar el espíritu de nuestros compañeros en activo que, a Dios gracias, siguen siendo una pesadilla para las tramas y planes antiespañoles vigentes. Confiamos en ellos y ellos lo saben.

Nos oponemos a la falaz campaña cainita de la “Memoria Histórica”, así como a la condena de un régimen que es Historia, nuestra Historia, y en el que servimos con lealtad y entusiasmo a España en el Ejército de forma generosa y sacrificada durante gran parte de nuestra vida militar. No aceptamos la inicua ley de “Memoria Histórica”,  que más que un absurdo intento de reescribir la Historia, es un gravísimo error cuyas consecuencias pagarán los sectarios legisladores con la recreación de las dos Españas, que es quizá lo que pretenden. No olvidamos que cualquier condena es una ofensa a nuestros ideales y a nuestras Hojas de Servicio, condena que ninguno de nosotros va a aceptar ni a tolerar.

Estamos con las víctimas del terrorismo, con las miles de familias destrozadas por una banda de asesinos. Todos los firmantes de estas reflexiones somos de alguna forma víctimas de ese terrorismo, pues son centenares los familiares y compañeros asesinados por servir a España hasta las últimas consecuencias. Son ya miles los muertos y mutilados cuya sangre demandará Justicia hasta el final de los tiempos. No se debe negociar con asesinos, porque consensuar una presunta paz con asesinos es una monstruosidad.

No somos nostálgicos porque defendamos nuestro pasado, nosotros miramos hacia el futuro, porque queremos que España vuelva a ser la Patria de todos los españoles con un horizonte limpio y con un destino común.                 RELACIÓN DE FIRMANTES DE ESTAS “REFLEXIONES” D. Martín Acha y de Aracama.-Coronel de Artillería-RD. José María Agudo Gómez.- Comandante de Infantería-RD. Angel Aguilera Cabrera.-Coronel de Artillería-R D. Luis Alarcón Echevarría.-Alférez Milicia UniversitariaD. Tomás Almazán Lasteri.-Coronel de Caballería-RD. José Aranda Sánchez.-Coronel de Caballería.-R                                                 Dña. Mª del Pilar Romero Quintanilla .-Esposa de Militar                         Dña. Mercedes Durango Ballester.-Esposa de MilitarD. Arturo Armada Sarriá-Cornel de Infantería-R D. Luis Artero Pamplona-Coronel de Caballería-R Dña. Aurora Ruiz Ballesteros.-Esposa de MilitarD. José Artieda Fernández-Tte.Coronel de .Infª-RD. Gumersindo Arroyo Quiñones.-Coronel de Infantería-R                                     D. Horacio Barragán Morillo.-Alférez Milicia UniversitariaD. Eduardo Bengoa Román.-Hijo de MilitarD. Antonio Benítez Martín.-Comandante de la Legión-RDña. Eloisa Berruezo Quiñonero.-Esposa de militar.D. Leandro Bueno Romero.-Capitán de Navío-R D. Luis Cabanas Rubio.-Coronel de Caballería-R                D. Francisco Cabrera Galdeano.- Capitán de Artillería E. Aux-RD . Salvador Cabrera Galdeano.- Tte especialista (artificiero)Dña. Ana Calderón Fernández.-Viuda de MilitarD. Teodoro Camino Caturla-Coronel de Infantería-R                                        D. Miguel Camino Caturla-Coronel de Infantería-RDña.Verónica Guillén Espí .-Esposa de MilitarD. Juan Diáñez Matabuena.-Coronel de Caballería-R D. José Miguel Cano de las Heras-Coronel de la G.C.-RD. Mariano Cañas Barrera.-Coronel de Infantería-R D. Jesús Careo Arija.-Coronel de Infantería-RDña. Rosario Echeverri Córdoba.-Esposa de MilitarD. Luis Carcaño Alonso-Cuevillas-Coronel de Ingenieros-RDña. Mª del Carmen García de Carellan y Vázquez- Esposa militarD. Rafael Caturla Sánchez de Neira.-Coronel de Artillería-R D. Camilo Carrero Blanco Martínez. Galinsoga.-Capitán de Corbeta-RDña. Ana Mª Pérez Rosales Egozcue-Esposa de Marino                                                                                              D. Pedro Cascajo Rodríguez.-Coronel Médico del AireD. Fernando Celdrán Ruano.- Coronel de Artillería-R D. José Centenera Montalvo- Coronel de Caballería-R                                                                   D. José Clemente Corodonera.-Coronel de Infantería-R             D. Pedro Cobo Gámez.-Coronel de Infantería-RDña. Carmen Cobo Fernández.-Hija de militar                 Dña. Alejandra Corona Valdés.-Viuda de Militar                          D. Luis Cortés Murube-Coronel de Infantería-R                                                                      Dña. Mª Luisa del Corral Caballero-Viuda de Militar                             D. Joaquín Chamorro Rivera.Coronel de Infantería-RDña. María Eugenia Martín Astruga.-Esposa de MilitarDña. Purificación Chamorro Rivera.-Huérfana de MilitarD. Rafael Díaz de San Pedro-Tcol. De Artillería-RDña. Rosa Maª Díaz Torres.-Viuda de MilitarD. Juan Domínguez Ramírez- Coronel de Caballería-R (+) D. Tomás Durango y Rodríguez Marquina.-Coronel de Caballería-RDña. Carmen Durango Ballester.-Esposa de Militar                                                         D. Félix Estrada Nérida.-Coronel de Artillería-R                          Dña. Ana Maria Estella Guerrero.-Viuda de Militar           Dña. Mª Teresa Fernández Quintana.-Hija de militar D. Jesús Flores Thies.-Coronel de Artillería-R                  Dña. Mª del Pilar García-Conde Gómez-Esposa de militarDña. Concepción Yagüe Lucas.-Viuda  de MilitarD. Miguel Forés Díez-Coronel de Artillería-R                                                                                                   D. Fernando Franco Soberado.-Sarg.1º Escala Básica Artillería-Reserva                             D. Manuel de Fuentes López.-Capitán de Intendencia-RDña. Rosa Mª Churruca Ojeda.-Esposa de MilitarDña. Mª del Mar Churruca Ojeda.-Familia de MilitarD. Antonio Gadea Pérez-Victoria.-Coronel de Artillería-R D. José García Alcalde.-Coronel de Infantería-RDña. María Colodro Cruz.-Esposa de Militar D. Adolfo García Calvo Rodríguez-Coronel de Infantería-R                                                         D. José Luis García-Conde Gómez-Coronel Armª y Constr.-R   Dña. Mª Mercedes del Castillo Beraza.-.Esposa de Militar D. Alfredo García de Moya.-Coronel de Artillería-RDña. Concepción García-Morato Gálvez.- Hija de militar D. Ramón García Granzón.-Coronel de Artillería-RD. Enrique García Sánchez-Coronel de Infantería-R                                         D. Julio Giménez Sánchez.-Coronel de Caballería-RD. Ramiro Guerra Gordo.-General de Brigada de DivisiónDña. Mercedes Bernal Ibarra.-Esposa de MilitarD. José Magín Guerra Reigosa.-Coronel de Infantería-R    Dña. Pilar González Marañón.-Viuda de MilitarDña. Isabel Zerolo González.-Hija de Militar              Dña. Mª José Escudero Pinos-Esposa de Militar D. César Goas Escribano.- Coronel de Infantería-R  Dña. Pola Rodríguez Ortiz.-Esposa de MilitarD. Fernando Gómez Vilaplana.-Coronel de Infantería-R D. Luis González Vidán.-Coronel de Infantería-R                D. Luis Hernández del Pozo.-Coronel de Infantería-R                           D. Rafael Hidalgo de Rivera.-Comandante de Ingenieros-RD. Manuel Jiménez Linares.-Coronel de Artillería-RD. Fernando Lechuga Serrano.-Coronel de Artillería-RD. Juan León González-Coronel de Artillería-R           D. Francisco Lomo Relloso.-Coronel de Artillería-RD. Nemesio López Espinosa- Coronel de Infantería-RDña. Rosario-Isidra Mendieta-Castillo Díaz-Moya.-Esposa de MilitarD. Gabriel López Viota de Barreto.-Coronel de Infantería-RD. José Mª Manrique Fernández.-Coronel de Artillería-R                                  D. Manuel Marquina López-Coronel de Infantería-R                                      D. José Antonio Martiniano Infante.-Comandante O. M.-RD. Luis Martínez Palomares.-Alférez Milicia  Universitaria Dña. Maruja Marina Dorolea.-Viuda de MilitarDña. Marina Iranzo Domínguez.-Mujer de MilitarD. Andrés Mateos Blanco-Coronel de Infantería-RD. Ramiro Mateus García.-Comandante de la Guardia Civil-RD. Emilio Matías González.-Coronel de Infantería-R (+)Dña. María Laura Martínez Narbona.-Viuda de Militar.D. José Antonio Mayayo Sañudo-Coronel de Artillería-RD. Pedro Mediavilla Cuyás.-Coronel de Caballería-RDña. Eulalia Bataller Gaspar.-Esposa de MilitarD. Carlos Meer de Ribera-Coronel de Caballería-RD. Carlos Melero Izquierdo.-Coronel de Infantería-RDña. Carmen Claudio de Pro.-Esposa de MilitarD. Manuel Miquel Servet- Tte.Coronel de Infantería-RD.  Enrique Miranda Saavedra-Coronel de Artillería-RD. Luis Montesino-Espartero Juliá-Coronel de Caballería-RD. José Antonio Muñoz Ramírez.-Coronel de Aviación-R                          D. José Mº Núñez García-Coronel Intendencia de la Armada-RD. Ricardo Pardo Zancada-Cmte.de Infantería (EM) separado del servicio D. Antonio Pastor Fernández-Coronel de la G.C.-RDña. Mª del Carmen Muñoz Lacaste-Esposa de militar D. Manuel de Pedro Esteban. Tete. Coronel de Artillería-R                                                             Dña. Mª Teresa Herrero Garrote.-Esposa militar D. Ángel Pérez Pinilla.-Coronel de Artillería-RD. Manuel Pérez Rojas.-Alférez  ProvisionalDña. Mª Begoña García Carrillo.-Esposa de MilitarD. Carlos Pérez Sauras.-Coronel de Artillería-R Dña. Mary Carmen Pérez Sauras.-Viuda de MIlitarD. Francisco Pou Andreu-Coronel de Infantería-RDña.  Mª Luisa García Vallarino Pérez Córdoba-Esposa militarDña. María Pou García Vallarino-Hija de militar D. José Luis Prada Ramírez-Coronel de Artillería-RDña. Filomena González Bertrand.-Esposa de MilitarDña. Mª Dolores Ramos Velasco-Esposa militarD. Miguel de Ramón Plaza.-Coronel de Infantería-RD. Angel Ramos Izquierdo.-Coronel de Artillería-R Dña. Mª del Pilar Raso Sotés.-Viuda de militar D. Antonio Reyes Mateo.-Coronel de Infantería-R                                                                                        D. José Rico Rico-Coronel de Infantería-RDña. Encarna Ribot Cueto.-Viuda de militar D. Arturo Robsy Pons –Hijo de militarD. Enrique Rodríguez Almeida.y López Pozas-Coronel de Artillería-RD. José Román Casaus.-Coronel de Infantería-RD. Juan Romero Escobar.-Coronel de Infantería-RD. Francisco Romero Jordá.-Coronel de Caballería-RDña. Ana Úbeda Sanchiz.-Esposa de MilitarD. José Ruiz Ballesteros-General de Brigada de Infantería-RDña. Mercedes Martínez de Medinilla Casanova-Esposa de MilitarDña. Inés González Bertrand.-Esposa de MilitarD. Juan Antº Sánchez-Bustamante y Páez .-Com.Cº.Jurcº.Armada(ES)         D. José Manuel Sánchez Guey.-Tte.Coronel de Infantería-R Dña. Mª del Carmen Sánchez Lorente.-Viuda de Militar D. José Luis Santos Tamariz.-Coronel de Caballería-RDña. Mª Mercedes Miner Lozano.-Esposa de MilitarD. Ramón Sendín Santos.-Coronel MédicoD. José Serichol Aguilera-Coronel de Infantería-RD. Vicente Serradilla Vallinas-Cap.CAAC-RD. José Luis Somalo Aznar.-Coronel de Caballería-RD. Pedro Soriguieta Goiricelaya.-Coronel de Caballería -RDña. Mª Pilar Ruiz Ballesteros.-Esposa de MilitarD. Eduardo Suances Belquivir-Coronel de Artillería-RD. José Sevillano Pérez.-Coronel de Ingenieros-RD. Antonio Tejero Molina.-Tcol. de la G.C-Expulsado Ejército por 23-F Dña. Carmen Díez Pereira.-Esposa de MilitarD. Fernando Tello Prado.-Coronel de Infantería-R                             D. Antonio Vallejo Saldo.-Comandante de Infantería-R D. Ambrosio Varela Soler.-Coronel de Infantería-RD. Antonio Villarroya Huertas.-Tcol. de Artillería-RD. José Mª Velasco Zuazola-Coronel de Caballería-R                                     Dña. Mª Teresa Tuduri Esnal.-Esposa de MilitarD. Pedro Velasco Zuazola-Hijo de militar                                   D. Andrés Vergara Vergara .-Tcol. De Artillería-R                D. Juan Carlos Yurs Arruga.-Alférez de la Milicia Universitaria  116+55= 171

Alfonso Aguiló y el genocio revolucionario de la Vendee

    Tolerancia (14) El genocidio de La Vendée

    El 7 de agosto de 1790, en plena euforia de la Revolución francesa, el diario Mercure de France aseguraba: "El primer autor de esta gran revolución que asombra a Europa es, sin duda, Voltaire. Él no ha visto todo lo que ha hecho, pero él ha hecho todo lo que nosotros vemos. Es él quien ha abatido la primera y más formidable barrera del despotismo".

    Pocos meses después, sus restos mortales, que habían sido enterrados casi en el silencio trece años antes en Ferney, entraban triunfalmente en el Panteón de Hombres Ilustres de París, entre aclamaciones de multitudes.

    Quizá el juicio de aquel diario parisino fuera exagerado respecto a la influencia de Voltaire –el famoso Patriarca de la tolerancia– en la Revolución francesa, pero no cabe duda de que fue el principal demoledor de las formas anteriores, y quien abrió paso a Rousseau, que proporcionaría a la Revolución francesa su base intelectual.

    Rousseau, con su obra Contrato Social, creó el concepto de Voluntad General –la suma de voluntades de los hombres–, reconocida como "santa", "inviolable" y "absoluta". Desencadenó la revolución en busca del Estado perfecto, fundado en la supuesta unidad entre moral civil y decisión soberana, pero que acabó –era previsible– en el Estado totalitario vestido con las galas de la legalidad de una Voluntad General. La idea inicial del hombre autónomo acabó por desembocar en un Estado totalitario.

    Junto a ello, y como señala Paul Hazard, se abrió un proceso como jamás lo hubo: el proceso contra Dios. El 13 de abril de 1790, la Asamblea Nacional rechazó el catolicismo como religión nacional. El 12 de julio se decretó la expropiación de los bienes eclesiásticos. El 27 de noviembre se exigió a todos los dignatarios eclesiásticos jurar acatamiento a la nueva ordenación legal del clero.

    Los sacerdotes y religiosos hubieron de refugiarse en la clandestinidad, como en tiempos de las catacumbas, y más de 40.000 –unos dos tercios del clero francés– fueron deportados o guillotinados: desde todos los lugares de Francia, cargados en carretas de caballos o de bueyes, encerrados en jaulas, muchos eran conducidos, ayunos durante un viaje de días y aun semanas, a Burdeos, Brest y Nantes para ser allí embarcados con destino a la Guayana; tan solo la mitad aproximadamente llegarían con vida a su destierro.

    El 8 de junio de 1793, mientras el populacho saqueaba los templos por todas partes y entronizaba en ellos a meretrices como expresiones de la diosa Razón, Robespierre proclamó la "Religión del Ser Supremo". Se abolió el calendario, los nombres de los santos, e incluso las campanas de los edificios religiosos.

    Las carretas atestadas de víctimas de la guillotina serían un espectáculo incesante y habitual por las calles de París. Pero el cuadro del horror alcanzaría su punto culminante con los asesinatos de septiembre y las bárbaras torturas y vejaciones a que se recurrieron para aplastar la reacción de los campesinos católicos de La Vendée.

    La historia conocía ya abundantes ejemplos de guerras y represiones por motivo de religión, que han sido terribles muestras de las crueldades a que a veces ha llegado a lo largo de los siglos la intolerancia religiosa. Pero aquella bestial represión de los católicos de La Vendée fue, como ha dicho Pierre Chaunu, la más cruel entre todas las hasta entonces conocidas, y el primer gran genocidio sistemático por motivo religioso. Y quizá lo más lamentable fuera que –también por primera vez en la historia– esta masacre se llevó a cabo bajo la bandera de la tolerancia.

    El asunto no quedó en el frenético y sangriento sube y baja de la rasuradora nacional que en su día inventara Guillotin. Al primer asalto en masa siguió una fría organización del genocidio.

    En agosto de 1793, la Convención de París expidió un decreto disponiendo que el Ministerio de la Guerra enviase materiales inflamables de todo tipo con el fin de incendiar bosques, cultivos, pastos y todo aquello que arder pudiera en la comarca. "Tenemos que convertir La Vendée en un cementerio nacional", exclamó el general Turreau, uno de los principales responsables de la matanza.

    Como narra Hans Graf Huyn, fueron violadas las monjas; cuerpos vivos de muchachas soportaron el descuartizamiento; se formaron hileras con los niños para ahogarlos en estanques y pantanos; mujeres embarazadas se vieron pisoteadas en lagares hasta morir, y en aldeas enteras los vecinos perecieron por beber agua que había sido envenenada. Casi ciento veinte mil habitantes de La Vendée fueron asesinados, y arrasadas decenas de miles de viviendas.

    La cuestión de fondo de aquel enfrentamiento –como observa Jean Meyer– no estuvo en la disyuntiva entre monarquía o república, ni fue un conflicto entre estamentos, sino que consistió más bien en la decidida intención de extirpar esas creencias sin reparar en medios.

    El patriarca de la tolerancia

    El relato que antecede no parece mostrar que la tolerancia fuera el valor más destacable en los responsables de aquella transmutación política.

    Sin restar el mérito que se les debe por el avance histórico que supuso hacia el establecimiento de un sistema de separación de poderes y de mayor defensa de las libertades, y comprendiendo también que los errores cometidos por algunos no pueden hacernos negar todos los otros muchísimos valores positivos de aquel proceso, sí parece que detrás de todo aquel sistema de pensamiento latía una concepción errada de lo que debe ser la tolerancia.

    La cuestión de la tolerancia había sido tratada ya con cierta amplitud bastantes años atrás por filósofos como Locke, Bayle y Bernard. Pero fue Voltaire quien contribuyó como ningún otro a difundir, en su época y en los siglos posteriores, una apasionada defensa de la tolerancia en todo el mundo occidental: se denominó a sí mismo Patriarca de la tolerancia, y con ese título ha pasado a la historia.

    Voltaire había nacido en Chatenay, cerca de París, en 1694. Fue un escritor de talento y fecundidad indudables, y quizá el más caracterizado representante del movimiento iluminista del siglo XVIII. En él se encarnó perfectamente aquel espíritu antitradicional, racionalista y agnóstico del siglo de las luces. Con su brillantez como divulgador y su enorme capacidad crítica, logró ejercer una notable influencia en la difusión de unos principios filosóficos, sociales y políticos que aún siguen informando la cultura actual.

    Su Tratado sobre la tolerancia, publicado en 1763, mantiene como tesis principal la necesidad de establecer la más amplia tolerancia y libertad dentro de la sociedad, como garantía de la paz y la concordia social, el sentido de humanidad y la erradicación de la violencia y la injusticia.

   Alfonso Aguiló.

Con la autorización de:  www.interrogantes.net